12 de Agosto: Contradicciones
Por fin se puede dormir un poco más. ¡Vaya ritmo! Volvemos de nuevo a la capital.
En dos días aislados no hemos sabido nada de los siguientes asuntos. Primero: han asesinado a José Rafael Lleras Aylar, hijo del Embajador argentino en Dominicana. Segundo: tanto el Síndico de Santo Domingo, Don Rafael Suberví Bonillo, como Don Roberto Salcedo, siguen intentado solucionar el tema de la basura. Tercero: dentro del Partido de la Revolución Dominicana (PRD) siguen las tensiones ente Alburquerque y Moljuta. El complejo hospitalario Abreu o la Clínica Abreu, como se conoce más popularmente, sigue siendo el centro más fiable y caro en la República, lo que demuestra hasta qué punto la sanidad en este país es discriminatoria. Y cuarto: me entero de que el Alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, defiende a la inmigración trabajadora a la vez que combate a la inmigración delincuente. Él mismo parece que es inmigrante y delincuente a la vez, o sea que tiene instalado el problema en su propia casa. Lo que si es verdad es que en Santo Domingo lo que pasa en Estados Unidos parece que ocurra en una ciudad vecina.
Nos dirigimos al Politécnico a realizar la evaluación del campamento. Más tarde nos dedicamos a pasear por la Avenida Independencia, el Palacio de Justicia y el Cementerio cercano. Finalmente asistimos en el Centro Juan Montalvo, cerca de la Duarte con la París, por la 27 de Febrero, a la presentación del Estudio Social de la antropóloga Josefina Tadiro. Las palabras introductorias son ejecutadas por el padre jesuíta Jorge Cela, por el cual tengo mucha admiración. Todos los asistentes llevan trajes de etiqueta y en gran parte pertenecen a la high class ilustrada de la capital. Los choferes esperan fuera. De nuevo me doy cuenta de hasta qué punto estos jóvenes catalanes en la República Dominicana se encuentran desubicados. Con sus prendas de safari ayudando a gente pobre de barrio durante el día y entre la inteligentzia partidista y religiosia por la noche.
Debo observar que entre nuestro grupo de españoles existen elementos que no aceptan la diversidad tal y como se nos presenta, con sus cosas malas y sus cosas buenas; estos elementos se encuentran encerrados en la cabezonería de cambiar vicios autóctonos por vicios importados. Unos tan buenos o tan malos como los otros, aunque seguramente ninguno de ellos no sirva universalmente.