Pequeña Historia de mi Experiencia como Erasmus en Alemania
Llegué a Heidelberg en autobús bastante antes de que empezaran las clases en Septiembre del 2007 y me acabé marchando en Marzo del 2008. Me acuerdo aún de la visita a la casa de la Familia Kontny donde me quedaría alojado durante seis meses. Fue un buen colofón al final de los estudios de mi Licenciatura en Ciencias Políticas ya que me convalidaron un gran número de asignaturas que además para mí fueron de gran interés académico. A mi vuelta a la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) sólo tuve que realizar un par o tres materias. O sea que el desarrollo de mi itinerario curricular no se vio para nada entorpecido por el viaje al extranjero (algo que ocurría a muchos de mis compañeros cuando optaban por dicho programa), todo lo contrario ya que conseguí hacer reconocer la misma carga docente que hubiera realizado en casa sin el desplazamiento. En todo caso, el Instituto para la Ciencia Política de la Universidad de Heidelberg ha gozado desde siempre de un gran prestigio internacional, y en él no sólo me encontré con algunos de los mejores profesores y estudiantes alemanes de la disciplina en cuestión, sino que coincidí y entré en contacto directo con especialistas actuales y futuros de mis focos de estudio procedentes de los cinco continentes. Por primera vez, nunca antes en Barcelona me había ocurrido, con la excepción latinoamericana, había compartido amistad y trabajo con personas de origen africano, ruso, chino o japonés, lo que más tarde llegaría a los centros barceloneses en donde también continuaría mi formación. Entre muchas otras cosas de lo estrictamente docente, me sorprendió y aprendí que hay otras formas de superar las materias como puede ser el trabajo en seminarios y realizando exposiciones de provecho para el resto de los estudiantes. También me pareció muy oportuna la posición del profesor titular, catedrático o doctor, que se apoyaba en otros profesores asociados o doctorandos más jóvenes para organizar la logística de las sesiones, y de esta forma crear un clima más colaborador hasta el momento de realizar el examen. Igualmente, el hecho de poder realizar trabajos escritos finales cuyo valor final casi te ayudaba a superar la materia directamente aún no lo había practicado en mi universidad de origen. Pensando en perspectiva, la decisión de elegir las materias optativas que más me gustaban y marcaron mi futuro académico y profesional, en los ámbitos de las relaciones exteriores, europeo, latinoamericano y árabe, dependió y se dio gracias totalmente a mi estancia en Heidelberg y esa oportunidad brindada de abrir mi mente a nuevos y más actualizados conocimientos.
La posibilidad de acabar mis estudios de licenciatura en el país de origen de parte de mi familia ya de por sí me parecía muy atractiva (mi abuela paterna vivía por aquel entonces en el norte del país; a la cual podía visitar cuando se cruzaba por el medio alguna fiesta local). Sin ningún tipo de duda, de no haber estado en Heidelberg, de la cual se dice que “todo el mundo que pasa por allí pierde algo de su corazón en el proceso personal de enamoramiento con la ciudad” (luego he vuelto, claro está, a sus calles, a visitar a mis amigos de equipo de fútbol, al Café Moro de la calle comercial principal, y a presentar a mi actual familia los rincones, hospedajes y monumentos que por aquel entonces me acompañaron durante el frío invierno y la floreciente primavera interiorizada en lo más hondo de mi ser), seguramente más tarde tampoco hubiera accedido a una Beca de La Caixa, ampliada a dos años por el Servicio de Intercambio Académico Alemán (DAAD, en sus siglas en lengua alemana), para realizar un Máster en Derecho Comunitario Europeo en el Europa-Institut de la Universidad del Sarre; a lo cual le deberíamos sumar otro periodo posterior en el país teutón para realizar unas prácticas remuneradas en el Ministerio de Cooperación Internacional al Desarrollo (BMZ) sito en la capital federal, Bonn, esta vez ya acompañado de la que pasaría a ser mi esposa. Reflexiono y sé que el Erasmus no sólo me sirvió para entrar en contacto con primeras espadas en la materia de ciencias políticas y relaciones internacionales, itinerario hacia el cual me especialicé paulatinamente, sino que me ha garantizado amistades personales y profesionales de todo el mundo, a raíz de lo cual pertenezco tanto al Heidelberg Alumni como al EVER, Asociaciones de Antiguos Alumnos de la Universidad de Heideberg y del Europa Institut de Saarbruecken, respectivamente. El hecho de prolongar mi estancia de Erasmus hasta ya bien avanzado el segundo cuatrimestre en España me permitió a su vez conocer más profundamente las características, no tan sólo de la universidad, sino también de la sociedad, historia y cultura germánicas. Concluyendo, hoy día puedo afirmar que no sólo me quedan parte de los genes en dicho país sino que gozo con él de una relación bastante estrecha. A lo que si me preguntan cuál ha sido el periodo de joven en el cual he sido más feliz (y más fructífero en todos los sentidos vitales) no puedo más que afirmar y confirmar que fueron esos seis meses en Heidelberg, durante los cuales me independicé, miré de forma clara hacia mi horizonte profesional y dejé una gran cantidad de experiencias particulares que marcarían el resto de mis días.