Introducción: “Había una vez un alcalde que alentaba unas elecciones primarias en el seno de su opción electoral durante las cuales se podría optar por su reelección o promover a un nuevo candidato. Ese mismo alcalde cuando realmente vio que existía un contrincante político serio a su proyecto consideró que ya no debían realizarse dichas elecciones primarias porque peligraba su silla. La misma persona luego se dio cuenta de que no tenía el control de la Asamblea de militantes, o sea que quiénes le podían discutir eran más de los que le apoyaban. Entonces convenció a sesenta personas, entre familiares directos suyos y de sus allegados, y trabajadores municipales, ninguno de los cuales había pisado nunca el PSC, para que fueran cómplices del mayor pucherazo ocurrido en la historia democrática de Cambrils. Los hizo militantes en un momento y entonces como había afirmado la misma mañana en un medio de comunicación local la Agrupación Local pasó de tener noventa a ciento cincuenta militantes fervorosos a su causa casi por arte de magia… dictadura. ¡Ello parece increíble pero es cierto, y no se debería permitir por el irregular funcionamiento de algo tan preciado como es la misma democracia y la pluralidad de opiniones internas que deben respetarse dentro de los partidos políticos! Todo ello ocurrió el pasado viernes 14 de febrero en el Paseo Albert número 13. PD: Lo dramático y penoso para añadir es que el Primer Secretario y el Secretario de Organización del mismo partido en la Federación del Camp de Tarragona estaban presentes en dicha sede social consintiéndole y confirmándolo. No son dignos pues.”
Carta no leída por imposición en la última Asamblea del PSC de Cambrils
“Un partido socialista que no acoge o no sabe identificar a un buen socialista no es un buen Partido Socialista”
La política es para valientes, y la política no consiste en no hacer nada o lavarse las manos ante las injusticias. La historia de la Humanidad y la de Cambrils en particular se ha escrito a partir de que grupos de gente se unieran para promover el cambio. Ante ello también hay quién siempre se opone y se enroca por conveniencia propia. El socialismo ha sido precisamente, más que ningún otro movimiento político, revolucionario, reformista y regenerador. Hoy en día la batalla que debe librarse por nuestra parte, y para ello hay que ser valiente, es la batalla por el apuntalamiento del sistema democrático y de partidos. Nosotros todos hemos contribuido a conseguir los mejores resultados electorales en nuestro municipio en las dos últimas legislaturas, pero sin duda estamos ante un cierre de ciclo y hace falta tomar unas decisiones que nos llevarán a prevenir la desafección de la ciudadanía en general y la de nuestro electorado tradicional muy especialmente. Nuestro partido que es el PSC no debería haberse dedicado tan sólo a gestionar bien la cosa pública, en este caso el ayuntamiento, y transformarse en una estricta máquina que produce resultados y reparte cargos. Nuestro PSC, y tenemos quizás el mejor caso paradigmático en nuestra Agrupación Local, no ha invertido el suficiente tiempo ni esfuerzo en preparar el día de mañana que nos ha llegado ya por sorpresa y es hoy. Por supuesto, se deberían haber preparado los relevos adecuados y a tiempo, que demostraran a su vez una no patrimonialización de nuestra organización en manos de unos pocos. Poco a poco se debería haber cambiado de discurso (digamos claro que a nuestros dirigentes no les ha interesado para nada el debate de las ideas), como se debería haber cambiado de personas en los sitios clave (aquellos que ya llevan ostentado veinticuatro años de ocupación de cargos públicos en el mismo terreno municipal deberían haber sido mejores compañeros y más generosos), y también, como no, se debería haber cambiado la imagen que se percibe de nuestra marca (los partidos socialistas ya no convencerán sólo por su historia y deberán adaptarse a las exigencias de las nuevas generaciones con sus nuevos problemas, sobre todo esa crisis galopante del sistema capitalista que nos inunda y frente a la cual no hemos sido capaces de generar buenas respuestas). El hecho más noble en política es el de contraponer proyectos y aceptar la opción de la mayoría. Todo lo contrario ha ocurrido en Cambrils dónde en las últimas semanas se le ha negado sus derechos a una mayoría de compañeros, no se ha contado con su opinión y se ha pretendido cerrar un problema optando por la represión, expulsión y manipulación de los hechos impulsados por unos cuantos valientes. Eso es: queríamos no dejarnos caer en la tentación de escenificar el “Síndrome de Aznar” del “todo va bien” reencarnado en nuestros representantes y líderes, cuando realmente hay mucho que arreglar internamente para llegar a ser un buen ejemplo para nuestra sociedad. Ello pasa de forma irrenunciable por: primarias en la elección de los mejores candidatos y listas abiertas, repartición de cargos a nivel orgánico e institucional, preguntar a la militancia antes de ejecutar y rendir cuentas a la misma después de actuar. Agradezco ahora el esfuerzo de los compañeros que se han volcado con su esfuerzo a dicha causa justa. La clase dirigente actual, arrogante, envidiosa y endiosada, no ha querido escuchar, no ha sabido entender y ha optado finalmente por la destrucción. Aquél que se comporta de esta manera no merece continuar al frente de tan digna asociación. No tiene la virtud de pensar en lo colectivo por encima del interés particular; seguramente tenía pensado dejar paso cuando nuestro partido se encontrara reducido a su más mínima expresión, lo cual vuelve a ser egoísta; debería ser humilde para entender que nadie es imprescindible y todo el mundo es a su vez necesario; no hace hincapié en la ética fundamental que ha de regir nuestro comportamiento; como tampoco se centra en la estética de obrar de la manera elegante y honrada que nos debería caracterizar. Espero pues que me hayáis entendido, vosotros sí, compañeros. Hay que despertar y seguir luchando, y a dichas metas no se podría llegar, de ninguna de las formas, con la actual manera de desarrollarse internamente. Apostemos por el cambio preciso a tiempo. Que debe ser inaplazable. Va por vosotros, militantes. Ser socialista, repito, requiere ser valiente, y significa, entre otras cosas, saber alzar la vista al frente para adivinar el futuro de la mejor manera posible. Nuestro socialismo, que en definitiva es puro humanismo, no puede ser autocomplaciente ni conservador como el que han demostrado interpretar unos pocos desde la situación privilegiada que les hemos concedido. Que vuelvan la vista atrás, se acuerden de ello y reconozcan los errores. Hasta pronto, Oliver.
(14 de diciembre de 2010)