Aplicació de la Llei de Barris en el cas de Cambrils
Des de la gestió de l’Oficina de la Llei de Barris tenim la missió principal de coordinar totes les actuacions previstes per aconseguir la millora integral del Barri del Nucli Antic de Cambrils.
L’obtenció del recolzament de la Generalitat l’any 2006 per a executar aquest canvi ha suposat la creació d’unes expectatives de benestar i de confort per part dels habitants d’aquest barri del municipi que hem de saber correspondre com a Govern Municipal.
Arribem, doncs, al punt culminant d’un procés que en el seu inici es va centrar en la renovació i reurbanització dels carrers de la zona. Si durant l’anterior legislatura vam enllestir el carrer Creus i els de la seva rodalia tocant a l’Església, és ara arribat el moment d’acabar aquesta tasca tot actuant sobre el carrer Major i travessers, el Sant Plàcid, Foix i Sant Josep, així com el Passeig Albert.
Els carrers són la base imprescindible per concebre un barri endreçat, així com ho són la seva revitalització comercial, social i urbanística. No només parlem d’una injecció pressupostària en obra pública o d’ajudes a la reforma de façanes i cases antigues, sinó que també volem des de l’Ajuntament col.laborar a fer reviure els millors moments del Mercat Municipal de la Vila, per esmentar només un cas prou clar.
Tot això ho farem amb el valor afegit de la participació ciutadana, consultant els veïns, i incorporant l’objectiu fonamental de la recuperació del patrimoni històric existent a la zona, l’antic i el recentment descobert, com pot representar el Refugi de la Guerra Civil de la Plaça de l’Església.
Construirem edificis de referència per què en gaudeixin tots els cambrilencs i els visitin també els nostres turistes: per exemple, hi posarem molt esforç a refer la Muralla i allà mateix hi construirem un equipament públic municipal, seguint la mateixa línia de treball a la Torre del Llimó i al Forn del Tallero.
Existeix un marc tan gran de possibilitats que després d’haver iniciat aquest darrer procés el curs 2006-2007, ara ens toca posar fil a l’agulla i procurar fer tot allò que hem anat explicant fins arribar en gran part a la seva culminació el 2011.
Per un Cambrils Més Bonic amb un Barri Antic que també pugui lluir amb la seva pròpia manera de ser!
(Gener de 2007)
DIARI ÍNTIM PERÒ PÚBLIC. En aquest blog vull parlar sobre les coses que observo i em preocupen, perquè les estimo: el temps que són els dies que passen i cal aprofitar; les persones que es creuen amb mi; i, finalment, els països, pobles, indrets, racons... que descobreixo poc a poc. Nascut el 1976, soc Professor de Ciencia Política a la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona. Tambe soc Regidor i Portaveu del Nou Moviment Ciutada (NMC) a l'Ajuntament de Cambrils.
sábado, 28 de febrero de 2009
domingo, 22 de febrero de 2009
HAITÍ, CON AMOR DESDE EL DESESPERO
Huracanes y guerras civiles caracterizan hoy día Haití, el primer país en independizarse del yugo colonial y esclavista en América Latina
Un amigo, realmente de los buenos, no sólo de los conocidos, me ha animado a escribir sobre un país, Haití, diciéndome algo así como: “tú, que sabes algo de ese país, escribe un artículo sobre lo que allí está pasando, porque sino serán otros los que desinformen y vendan humo”. De nuevo están en el centro de todo, las personas, y los países, que es allí donde viven las personas, bajo la justa medida de la historia (que pone a todas las cosas en su sitio), que es a su vez el tiempo que pasa, y que nunca debemos olvidar, y que siempre hay que tener presente.
Mi primera experiencia en Haití se remonta a cuando yo tenía poco más de dieciocho años, cuando viví la gran experiencia de mi primer viaje transoceánico, nada más ni nada menos que a República Dominicana. Leí la obra de Ramón Marrero Aristy (Over; que aconsejo, así como la obra de su poeta nacional Pedro Martí y la del ex Presidente Dr. Bosch) y conviví con Juan y parte de su familia, que dormían en el mismo callejón que mi familia Vargas Santos, en la Avenida Diecinueve, en Los Guandules; los haitianos que conocí entonces paseaban con revólveres en el cinturón, sin camisa, bebían ron, mucho, tomaban drogas, y se les acusaba de perredistas y negros (a esto le llamo “cinismo racista”). Supe, a su tiempo, lo que es un batey, observé como los esclavos del S.XX deambulaban, no sólo, por Santo Domingo, sino que también ocupaban inmensas zonas rurales de la isla: personas de una piel de color muy oscura, ojos ensangrentados, semidesnudas, armadas con machetes, dientes grandes, bocas enormes, sienes sufridas. Empecé a conocer Haití desde el país vecino sin haberlo pisado, casi tan bien como conozco ahora algo de su historia y de sus personajes.
En la actualidad quiero explicaros algunas anécdotas que se han cruzado entre mi vida y este país del Caribe. He conocido a quién ha viajado a Haití para adoptar en menos de un día a un niño sacado de un orfanato de lo más paupérrimo imaginable; sólo las gestiones ante las autoridades españolas para reconocer al bebé y la valentía de visitar un territorio hastiado en plena guerra civil suponen hoy día impedimentos para regalar una nueva vida “blanca” a pequeños haitianos sin futuro a priori. Por otro lado, debido a mi vinculación con las tareas de cooperación internacional al desarrollo he sabido cómo material enviado de urgencia y de gran valor económico y sanitario, facturado hace más de año y medio, aún yace en manos de las mafias que dominan y controlan el puerto de la capital haitiana; sólo el chantaje o la corrupción puede desbloquear un envío sin destino aparente. Otra historia de Haití: empresarios españoles, catalanes y tarraconenses, de los buenos, de los que invierten para ayudar a crear tejido industrial, con dinero tirado a cuesta de unas administraciones inoperantes, tras promesas políticas inútiles y a la espera de un gobierno estabilizador que dure más de dos años seguidos. La hipoteca del país aún es más grave: son muchos los emigrantes haitianos en Estados Unidos, Canadá y España que esperan con paciencia volver al país que les vio nacer aunque no se atreven a dar el paso al saber que su cabeza allá correría un peligro evidente.
La prensa oficial dice que a Haití han viajado Brad Pitt y Angelina Jolie, así como los Fuggees, reyes del reggae estadounidense-mundial salidos de los barrios bajos de Nueva York, negros como los haitianos, ya que un origen tal no puede esconderse fácilmente. Hay quién se queda en el detalle y en la anécdota.
Ante dichas situaciones sólo me pregunto una cosa en este instante: ¿por qué la primera potencia mundial y su gobierno Bush se preocupa tanto por la autoridad y el poder de Castro en Cuba, y tan poco por la miseria de la vecina Haití? Parece ser, pues, que el orden de las prioridades de la política internacional ha vuelto a caer en un craso error motivado por los intereses de siempre, propiedad de los de siempre.
(Cambrils, 2004)
Un amigo, realmente de los buenos, no sólo de los conocidos, me ha animado a escribir sobre un país, Haití, diciéndome algo así como: “tú, que sabes algo de ese país, escribe un artículo sobre lo que allí está pasando, porque sino serán otros los que desinformen y vendan humo”. De nuevo están en el centro de todo, las personas, y los países, que es allí donde viven las personas, bajo la justa medida de la historia (que pone a todas las cosas en su sitio), que es a su vez el tiempo que pasa, y que nunca debemos olvidar, y que siempre hay que tener presente.
Mi primera experiencia en Haití se remonta a cuando yo tenía poco más de dieciocho años, cuando viví la gran experiencia de mi primer viaje transoceánico, nada más ni nada menos que a República Dominicana. Leí la obra de Ramón Marrero Aristy (Over; que aconsejo, así como la obra de su poeta nacional Pedro Martí y la del ex Presidente Dr. Bosch) y conviví con Juan y parte de su familia, que dormían en el mismo callejón que mi familia Vargas Santos, en la Avenida Diecinueve, en Los Guandules; los haitianos que conocí entonces paseaban con revólveres en el cinturón, sin camisa, bebían ron, mucho, tomaban drogas, y se les acusaba de perredistas y negros (a esto le llamo “cinismo racista”). Supe, a su tiempo, lo que es un batey, observé como los esclavos del S.XX deambulaban, no sólo, por Santo Domingo, sino que también ocupaban inmensas zonas rurales de la isla: personas de una piel de color muy oscura, ojos ensangrentados, semidesnudas, armadas con machetes, dientes grandes, bocas enormes, sienes sufridas. Empecé a conocer Haití desde el país vecino sin haberlo pisado, casi tan bien como conozco ahora algo de su historia y de sus personajes.
En la actualidad quiero explicaros algunas anécdotas que se han cruzado entre mi vida y este país del Caribe. He conocido a quién ha viajado a Haití para adoptar en menos de un día a un niño sacado de un orfanato de lo más paupérrimo imaginable; sólo las gestiones ante las autoridades españolas para reconocer al bebé y la valentía de visitar un territorio hastiado en plena guerra civil suponen hoy día impedimentos para regalar una nueva vida “blanca” a pequeños haitianos sin futuro a priori. Por otro lado, debido a mi vinculación con las tareas de cooperación internacional al desarrollo he sabido cómo material enviado de urgencia y de gran valor económico y sanitario, facturado hace más de año y medio, aún yace en manos de las mafias que dominan y controlan el puerto de la capital haitiana; sólo el chantaje o la corrupción puede desbloquear un envío sin destino aparente. Otra historia de Haití: empresarios españoles, catalanes y tarraconenses, de los buenos, de los que invierten para ayudar a crear tejido industrial, con dinero tirado a cuesta de unas administraciones inoperantes, tras promesas políticas inútiles y a la espera de un gobierno estabilizador que dure más de dos años seguidos. La hipoteca del país aún es más grave: son muchos los emigrantes haitianos en Estados Unidos, Canadá y España que esperan con paciencia volver al país que les vio nacer aunque no se atreven a dar el paso al saber que su cabeza allá correría un peligro evidente.
La prensa oficial dice que a Haití han viajado Brad Pitt y Angelina Jolie, así como los Fuggees, reyes del reggae estadounidense-mundial salidos de los barrios bajos de Nueva York, negros como los haitianos, ya que un origen tal no puede esconderse fácilmente. Hay quién se queda en el detalle y en la anécdota.
Ante dichas situaciones sólo me pregunto una cosa en este instante: ¿por qué la primera potencia mundial y su gobierno Bush se preocupa tanto por la autoridad y el poder de Castro en Cuba, y tan poco por la miseria de la vecina Haití? Parece ser, pues, que el orden de las prioridades de la política internacional ha vuelto a caer en un craso error motivado por los intereses de siempre, propiedad de los de siempre.
(Cambrils, 2004)
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