Un día más: Viernes 24 de agosto
Creía haberme despertado en Quito. Ya no estamos en Quito pero sigo pensando en Quito. Todo el país es montañoso y se pueden hacer excursiones a cumbres de todos los tipos y de todas las dificultades, pero yo me quedo con la vista que hay desde Quito, en el valle, desde donde se pueden divisar imponentes sierras llenas de verde por un lado, y otras aún más altas inundadas de nieve. Prefiero verlas a montarlas. Hoy, durante el trabajo, con Carmen hemos repasado el nombre de las cimas más famosas del país. Entre los volcanes hay que resaltar la excelencia del Chimborazo (de 6.300 metros) y del Cotopaxi (de 5.900). Otros volcanes conocidos son el Antizana, el Altar, el Carihuayrazo, el Cotocachi, el Cayambe y los Chiles. Por otro lado tenemos a los Illinizas, norte y sur; el Quilotoa; los dos Pichinchas, el Guagua Pichincha que es el más alto con 4.790 metros, y el Rucu Pichincha; el Reventador; el Sangay; el Tungurahua y el Ruminahui. Precisamente Ruminahui era el nombre de un héroe indígena de tiempos de la colonización que ya he mencionado, y actualmente es el nombre que da nombre a la Asociación de Inmigrantes Ecuatorianos en España. A parte, hemos hablado de las ciudades más importantes del país: exceptuando las mencionadas Quito y Guayaquil, tenemos a las clásicas Ambato, Loja y Cuenca. Chiriboga se encuentra en la antigua carretera de Quito a Santo Domingo de los Colorados, construída en tiempos del fervor por el descubrimiento de petróleo y la construcción de oleoductos para transportarlo de un lado para el otro. Santo Domingo de los Colorados cuenta con aproximadamente 115.000 habitantes y en su municipio de encuentran varios asentamientos de los llamados indios colorados, unos indios singulares que se untan la piel de la cara con colores y rayas.
Dejando de lado el tema de clase, hoy también hemos conocido a Luis, el Profesor de la escuelita de Chiriboga y colaborador de la Fundación, por fin han llegado las maletas de Catherine y, en el mismo camión que las llevaba, ha aparecido un nuevo voluntario, el español, que no es español sinó alemán, Antonio. Resulta que sus abuelos emigraron a Alemania ya hace muchos años y sus hijos ya se casaron con alemanes y alemanas. Hoy él es una interesante mezcla, aunque invertida y con resultados opuestos a la mía propia.
Cuánto al trabajo no hay que mencionar nada especial. Sólo se nos ha instruído en el manejo del machete y del azadón, a la vez que se nos ha informado de nuevo sobre el plan de trabajo a seguir: hay que trabajar rápido si se quieren cumplir las metas.
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