lunes, 28 de septiembre de 2009

REPÚBLICA DOMINICANA 8

La ciudad de Santo Domingo a mis pies

En las calles de Santo Domingo se palpa perfectamente una mezcla de subdesarrollo y de modernidad que experimenta el país a ráfagas, todo ello impregnado de un aroma caribeño previo a todo avance técnico posible. El teléfono móvil o el “busca” (también llamado “beeper”) se encuentra aquí en cada esquina, pero también en cada esquina hay un “frío-frío”, una especie de triciclo que sirve para transportar barras de hielo con las que enfriar los jugos. En Santo Domingo también hay aparentemente buenos coches o “carros”, aunque, dicha la verdad, muchos habían sido buenos carros en otra época y ahora sólo hacen que arrastrarse por el asfalto. Son más milagro que vehículo. En Santo Domingo he visto mis primeros Chevrolets, Chrislers, Rolls-Royces… Predominan los Ford, a la vez que las marcas japonesas del tipo Nissan, Dayatsu, Datsun, Mitshubishi… Pocos europeos: algún Peugeot, Fiat o Renault. Llegamos tarde a la lucha por el mercado latinoamericano. Negocios muy sofisticados conviven con los “alquiladores” de electrodomésticos, por días o por horas. Existe un caos circulatorio inexplicable y medios de transporte para todos los gustos: desde taxis tradicionales a “conchos”, “motoconchos”, motos que a penas se aguantan en pie, “coladoras” o microbuses, autobuses y “banderitas”, antiguos transportadores de colegiales o soldados norteamericanos, vendidos de tercera o cuarta mano o, incluso, regalados, rancheras, camionetas, carros de alquiler para turistas (“rent a car” se lee por doquier), etc.

Pero si algo realmente contrasta con la mayoría de los barrios marginales son algunas urbanizaciones lujosas, residencias de políticos, músicos o extranjeros. Voy a dedicarme a hablar primero de los primeros. Convive el desorden y la anarquía en la construcción de los habitáculos, en la mayor parte barracas de madera, con el estilo de vida dominicano al aire libre. En la calle se organizan reuniones, se juega al dominó (deporte nacional del país, tras el béisbol), las tiendas están llenas. Es en barrios como Los Guandules, Gualey, Sabana Perdida o Cristo Rey dónde se produce el fenómeno del “chiripeo”.

Existen otros barrios como Guachipulín, La Casita o La Ciénaga, que casi no son considerados por la administración, no existe ni el “chiripeo”, todo es miseria y dificultad. A partir de las seis de la tarde es mejor no pasear por allí. Hay gente que se pasea con pistolas colgadas en el cinturón. No existen las calles, ni el tráfico, pero sí las aguas negras y el problema de la basura que se acumula. He aquí un símbolo de la globalización económica que estamos viviendo: la empresa estadounidense Attwoods está contratada por el Ayuntamiento para limpiar las calles y recoger los residuos de la capital, pero como no cobra porque no hay dinero, porque se necesita para pagar los intereses de la deuda contraída con los países más ricos, pues no cumple con su cometido. Además, encima, se permite explotar a sus trabajadores. El Representante del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) ha opinado que la situación alcanza el dramatismo. El Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) deben reírse a sus espaldas. En la prensa local se habla mucho de imitar a los “tigres asiáticos”. ¡Qué engañados que están! ¿Quién pagará esos artículos? ¿Por qué se escribirán los mismos?

Como en casi cada ciudad con pasado colonial, más en el caso de Santo Domingo, la primera gran ciudad del Nuevo Mundo, existe un centro histórico que intenta conservarse pese al paso de los años y la polución. Colón llegó primero a San Salvador (las actuales Bahamas) para luego fundar La Española, hoy en día suma de la República Dominicana y Haití, antes Quisqueya. En 1496 la ciudad de Santo Domingo fue fundada por Bartolomé de Colón. Poco más tarde Diego de Colón fue proclamado primer Virrey de América. Nicolás de Obando sería el primer Gobernador de la isla. Y de aquella época aún se conserva la Puerta de El Conde, inicio de una importante calle comercial; el Parque de la Independencia con el Panteón a la Patria en el centro, rebautizada y remodelada; la Catedral de Santa María, con elementos góticos y renacentistas, primera y primada de América; y a su lado, la Plaza de los Curas, muy española; el Alcázar de Colón, residencia del Virrey; la Fortaleza de Santo Domingo se encuentra en la Calle de las Damas frente a la desembocadura del río Ozama; la Casa del Cordón; la Calle del General Luperón; y muchísimas iglesias y capillas como si esto fuera Cádiz o Sevilla; más fortines y plazas; la Avenida Duarte; la Avenida del Puerto con el Reloj de Sol; y un largo etcétera.

Existe otra parte de la ciudad en dónde se concentran las grandes avenidas y zonas de tránsito en la zona de Bolívar, John Fitzgerald Kennedy, Nicolás de Obando. Pasando por la Avenida España, América, el Acuario y la Zona Franca industrial, se puede salir hacia el Aeropuerto, que está a unos treinta quilómetros de la ciudad, y más lejos llegar a la playa de Boca Chica. Si nos quedamos en el centro y vamos de visita debemos dirigirnos obligatoriamente por la Avenida 21 al Faro de Colón, la obra faraónica de Trujillo y Balaguer, pasando por la Avenida de los Estados Unidos y el Mirador del Este.

La ciudad, a grandes rasgos, se divide en dos partes, entre las dos orillas del río Ozama, las que son conocidas como Zona Norte o Zona Sur. La Zona Norte sería la que yo habito, la de Gualey, Los Guandules, la 17, 27 de Febrero, Los Río, Sabana Perdida, y los Puentes Sánchez, Mella y Duarte. Dicha zona también cuenta de una parte litoral que termina con el muelle turístico y el Puerto de Sans Souci. En la otra orilla del río, tenemos los barrios de Luperón, Mejoramiento Social y Cristo Rey por un lado, y Villa Consuelo, Villa Juana y Villa Francisca por el otro. Es una zona más urbana e incluso más ordenada.

Finalmente la zona chic de la ciudad se construye en torno al Club Deportivo de Arroyo Hondo. Allí tenemos el Parque Mirador Norte, el Parque Zoológico, el Jardín Botánico, el Cementerio Nacional, el Hipódromo, el Centro Olímpico con el Estadio de Béisbol Quisqueya, el Parque Mirador del Sur, las Oficinas del Gobierno, el Centro de los Héroes y el Santo Domingo Country, que años atrás se había convertido en el Club privado de Trujillo. No podemos dejar de mencionar el preciso Malecón de Santo Domingo, dónde se haya la Secretaría de Estado de Turismo, y en cuya prolongación nos encontramos la mayoría de residencias y hoteles de los turistas que visitan el país.

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