sábado, 17 de marzo de 2012

NICARAGUA 1997 / Capítulo 15

CAPÍTULO 15: UN DÍA COMÚN CON LA FAMILIA DE TITO

Empiezo a conocer la familia de Don Tito con la cual convivo. Su esposa es Doña Justa, que me ofrece esos desayunos fantásticos a base de frijol negro, huevo de gallina y arroz que siempre ensalzaré desde su sensillez. Cuentan con cuatro hijos: Emilia es adoptada (cosa común y solidaria en estos parajes); Arely, la otra niña; Chepe, el varón; y Lisbeth, la pequeña, que es una preciosidad, rubia, no sé por qué casualidades de la genética (siendo sus padres de pelo muy oscuro); se levanta y se acuesta siempre riendo, con sus mofletes hinchados y sus vestidos apretados.

Me levanto, junto al “chancho”, o sea cerdo, que finalmente se ha acomodado debajo de mi camastro, con los picores de los chinches que por ahí existen, escuchando la emisora de Radio Corporación, un hecho tan insólito como extraño por el hecho de representar el casi único canal más o menos fijos de comunicación con la civilización de bajo de las montañas. Luego me fijo que casi todas las familias cuentan con un aparato de radio que han logrado gracias a regalos o préstamos temporales de otros conocidos o familiares, algunos de ellos extranjeros, claro está. Evidentemente no hay televisión ni luz eléctrica, pero la radio se oye. Y se oyen cada mañana los resultados del Campeonato del Mundo de Béisbol en el cual está participando Nicaragua, junto con otros países como pueden ser Australia, Francia, España, Cuba y Japón. El primer día para los intereses nicas debería perder Japón contra Cuba. También hasta ahí llegaba la solidaridad política. Las baterías se recargan interminable y eternamente dispuestas ante el fuerte sol que aquí se nos dispensa.

Una cosa importante que hacemos cada mañana después de desayunar es repartir una libra de azúcar y arroz a cada una de nuestras familias; cada dos días será maíz, frijoles y aceite; finalmente iremos distribuyendo el café y los fresquitos comprados en una pulpería de La Trinidad. El agua deberemos irla a buscar lejos de las casas, con cubos acostumbran a hacerlo las mujeres, luego a la nuestra le echamos unas gotas mágicas desinfectantes. Gajes del oficio. Como ya sabíamos de antemano, hemos comprado más de la cuenta para no alimentar sólo a los que han tenido “la suerte” de alojarnos. A su vez se reparte a los más vinculados a la Cooperativa, pero eso se hace en otro momento y de forma menos oficiosa. Las cajas con todo el acopio precisamente quedaron donde Tito, que ahora es donde Oliver. También entre las cajas están los imprescindibles medicamentos (pulmonares, estomacales, contra dolores, vitaminas básicas… es lo que más se usa) para el Centro de Salud, que muy cerca de la zona se abre y se cierra según las necesidades. En el futuro se espera abrir más frecuentemente y con alguien que se ocupe realmente del mismo, que puede ser perfectamente Melania. Y luego una última caja con material escolar, mucho del cual ya nos acompaña desde España (bolígrafos, libros, alguno de los cuales se ha colado en lengua catalana, tizas, libretas…); deberemos pues hablar con algunas de las maestras que se acercan a la zona para ver cómo se realiza el reparto. Una de ellas es de Chagüite Blanco mismo, la otra viene raramente desde Estelí. Sólo atienden al Preescolar con unos medios infrahumanos, si podemos imaginar el frío del invierno y la lejanía de algunas comunidades desde las que acuden algunos estudiantes, las lluvias frecuentes, la no existencia de caminos… Con ellas enseñaremos a jugar a los chavalos de la zona a los enredos típicos catalanes como pueden ser el “pica pared”, “arrancar cebollas”, “las sillas”…

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