Después de casi diez años, desde mi primera estancia en la tierra de los hijos del maíz, volví de nuevo ahora como profesor, a buscar los mismos sitios y a encontrar a las mismas personas. Tengo fotos de entonces, en la Universidad Centroamericana (UCA) que me ha alojado recientemente, junto al grupo de becados amigos que salían de la Escuela “Los Quinchos” del barrio de San Judas, a los que apoyábamos bajo el caparazón de la ONG Setem; éramos evidentemente mucho más jóvenes, gozábamos de una fuerza contagiosa, y levantábamos el puño a lo comunista en un gesto que sólo seguía significando anhelos de rebeldía y sentimientos profundamente solidarios. Recuerdo como volví por segunda vez y aprendí la lección que se desprende de reencontrar la pobreza conocida y comprobar como no tiene solución aparente; más bien algunas situaciones concretas sólo hacen que empeorar con el paso del tiempo (y ello no sólo ocurre en el país de Rubén Darío; se repite en muchos lugares del llamado Tercer Mundo).
En esta última ocasión he querido repetir con Luis Enrique Mejía Godoy cantando básicamente para nostálgicos y extranjeros en su local “Ay, Nicaragua, Nicaragüita, la flor más linda de mi querer”. Todo sigue más o menos igual, a excepción de Juanita que ya anda por el segundo bebé, abandonada por el papá; muchos antiguos compadres que han sido despedidos y malviven en improvisados habitáculos; Lupita y su familia que han emigrado a Costa Rica debido a la escasez de recursos; la escuelita ya no cuenta con suficiente apoyo internacional; siguen habiendo más niños y niñas en la calle, prostitución, violencia.... Lo curioso es observar las cosas y los matices del mismo sitio desde diferente posición; pese a todo, pueden cambiarle a uno el medio de transporte (gran Chevrolet de vidrio opacos y ruedas gigantes), el traje, llenarle el bolsillo de monedas y billetes, invitarle a dormir en el mejor hotel de la ciudad… aunque se seguirá necesitando una venda muy grande que tape nuestros ojos para no percibir ese incremento mencionado de la pobreza y de la inseguridad en las calles de Managua.
José Coronel Urtecho decía que “ni siguiera lo que era, es ya como era”, y lo proclamaba hace ya mucho tiempo refiriéndose al mismo país que nos ocupa. El sandinismo supuso una victoria ante la dictadura somocista; después de su gobierno se instaló en este pequeño rincón centroamericano el poder neoliberal dirigido por Violeta Chamorro, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, respectivamente. El sandinismo fue el pueblo para el pueblo, comprometido, llevando educación y sanidad a las aldeas, incluso aportando las primeras elecciones realmente democráticas al lugar, hasta que sus líderes políticos se emborracharon de poder y empezaron a desplomarse por el precipicio de la corrupción y el gusto por lo que debería sobrar.
Desde el punto de vista de Fidel Castro: “Los que en la historia han tratado de sobrevivir haciendo concesiones, nunca han sobrevivido; el único camino para la supervivencia de los procesos revolucionarios es la resistencia”. El sandinismo no pudo con la guerra de baja intensidad de la Central de Inteligencia Americana (CIA) y del Pentágono, y el pueblo nica dejó claro que no quería sacrificarse en vano cuando la línea había empezado a torcerse. Hoy día parece ser que Hugo Chávez, Evo Morales y quizás Ullanta Humala quieran seguir las tesis de Castro. También, quién sabe, puede volver el Sr. Ortega a ser otra vez presidente de nuestra Nicaragua, y habrá mucho que hablar y dará mucho que discutir sobre la remilitarización en Latinoamérica, entre otras cosas. ¿Será Ortega algo mejor que sus tres antecesores? ¿Habrá aprendido Ortega la lección sobre cuando condujo los primeros pasos de la revolución de 1979? Alán García dice haber aprendido algo del pasado y le han vuelto a votar muchos peruanos; a lo mejor su oponente actual, Ullanta, resulta ser él mismo reflejado en el pasado..
Cómo en Venezuela, en Bolivia, Perú o Ecuador, por citar algunos países en el ojo del huracán, Nicaragua afrontará próximamente la posibilidad de reelegir a un gobierno radical en su ideología de defensa de los intereses de los más necesitados (al menos en la teoría). Podríamos regalarnos un suspiro más para analizar si el programa y el equipo socialista que tiene oportunidad de ganar es sincero y honesto con sus orígenes, o pasará a convertirse en la penúltima fase de la quiebra paulatina de la única alternativa posible al discurso único: ¿nos encontramos ante pequeños espejismos pasajeros o existe de verdad una nueva fuerza motriz emancipadora? La historia americana, en definitiva, es un Guadiana de enfrentamientos entre los que defienden unos privilegios específicos y los que se proclaman salvadores de la patria, que son a los que acuden “todos los muchos poco afortunados”, mejor o peor maquillados. Los votantes, en cualquier caso, tienen el derecho a equivocarse y a sobrevivir épocas de estilo diferente a cada tiempo. Al fin y al cabo se sabe que nada puede durar eternamente; ¡ni Fidel Castro!; y, en el caso de Cuba, lo que venga, pues, seguramente será peor para la inmensa mayoría popular de que hablamos.
(Mayo 2006)
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