miércoles, 14 de julio de 2010

SOCIALISMO REAL

El Espejo Ideológico

Una sociedad responsable, comprometida, apacible, antibeligerante y democrática, debe funcionar y regirse sin jefe, sin supeditación.

Cualquier ser dominante que determine un particular rumbo social, destruirá el orden.

Para el funcionamiento de un grupo o sector que aspira y trabaja con los mismos objetivos, bastan tres reglas básicas:

1. Aunarse con el grupo, arroparse con todos.
2. Evitar enfrentamientos aislados, compartir las particularidades con todos.
3. Dirigirse a la dirección que el grupo ha destinado.

No hace falta un liderazgo único cuando se respetan estas reglas.

Ningún individuo necesita tener una visión completa de la situación, por ejemplo: reaccionar bien, aportar o sincerarse ante un problema o contingencia. Las dificultades se ajustan cuando el grupo está unido y sabe la dirección que ha de tomar.

Un grupo ideológicamente posado, con una filosofía de aceptación, funciona si todos los miembros siguen sus propios intereses.

Los grupos bien cohesionados, sin luchas tribales por conseguir prestigio, poder o dinero, poseen una enorme ventaja frente a sistemas con dirección central. Si en estos falla algún individuo, toda la organización suele dejar de funcionar. En el caso del grupo cohesionado, sin líder, sin anatemas políticos, sin dogmas preestablecidos y un grado de dirección establecido, el grupo puede cerrar posibles vacíos y seguir funcionando ya que todos se responsabilizan de su rango.

Todos son responsables de la organización, cada uno en su mandato inmediato o cotidiano. Todos conocen en su sector de forma genérica, lo que hace el otro.

La formación debe ser continua y serán todos los miembros, los que formen y asesoren a los recién llegados.

El interés por participar en el aprendizaje se supone y si no fuera así, los individuos no serían aceptados. La red embrionaria los coloca y ordena que se unan a la mayoría, de esta gestión resulta la acción coordinada.

Los sistemas de control están dirigidos hacia una única solución.

El individuo suele actuar como gen egoísta, pero el grupo puede mover cosas que una sola persona, jamás puede lograr.

Sin gen egoísta y sin líder, se crea una tercera dimensión.

El primer problema que aparece es la comunicación y la interrelación del grupo con su formación. Se ha de abrir una puerta hacia un espacio donde el grupo tenga un tiempo para el reforzamiento.

Cuando el aprendizaje evoluciona, el ente autónomo tendrá una facilidad sutil para conseguir que la comunicación y la cooperación, sean aptitudes cotidianas.

Como individuos somos débiles, cada cual lucha por una estrategia que generalmente no tiene nada que ver con el bien común.

El principio de trabajar en equipo bajo los mismos auspicios, debe tener tanto éxito que no solo puede ser placentero sino que da un sentido a la vida que a todos, en nuestra introspección particular, nos gustaría tener.

Los rígidos, los dogmáticos y los inflexibles, no tienen cabida en la sociedad del socialismo real.

FERNANDO BERMEJO, febrero 2.010

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