A Oliver Klein: un hermano sin mandil, con el apoyo fraternal y libre pensamiento
Si guardas, en tu puesto, la cabeza tranquila
cuando todo a tu lado es cabeza perdida.
Si tienes en ti mismo una fe que te niegan
y no desprecias nunca las dudas que ellos tengan.
Si esperas, en tu puesto, sin fatiga en la espera;
si, engañado, no engañas; si no buscas más odio
que el odio que te tengan...
Si eres bueno y no finges ser mejor de lo que eres;
si, al hablar, no exageras lo que sabes y quieres.
Si sueñas y los sueños no te hacen su esclavo;
si piensas y rechazas lo que piensas en vano.
Si tropiezas al Triunfo, si llega tu Derrota,
y a los dos impostores les tratas de igual forma.
Si logras que se sepa la Verdad que has hablado
a pesar del sofismo del Orbe encanallado.
Si vuelves al comienzo de la obra perdida
aunque esta obra sea la de toda tu vida.
Si arriesgas en un golpe y lleno de alegría,
tus ganancias de siempre a la suerte de un día;
y pierdes y te lanzas de nuevo a la pelea
sin decir nada a nadie de lo que es y lo que era.
Si logras que tus nervios y el corazón te asistan,
aún después de su fuga de tu cuerpo en fatiga;
y se agarren contigo cuando no quede nada
porque tú lo deseas y lo quieres y mandas.
Si hablas con el pueblo y guardas tu virtud.
Si marchas junto a Reyes con tu paso y tu luz.
Si nadie, que te hiera, llega a hacerte la herida:
Si todos te reclaman y ni uno te precisa.
Si llenas el minuto inolvidable y cierto,
de sesenta seguntos que te lleven al cielo...
Todo lo de esta Tierra será de tu dominio;
y mucho más aún: serás Hombre, hijo mío.
(Rudyard Kipling, Cambrils 02/12/2010)
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