Extracto de la Ponencia realizada en el Simposio convocado por la Universidad de Tlaxcala (México) en Noviembre de 2011
“Estamos viviendo un periodo histórico caracterizado por una revolución tecnológica centrada en las tecnologías digitales de información y comunicación, concomitante, pero no causante, con la emergencia de una estructura social en red, en todos los ámbitos de la actividad humana, y con la interdependencia global de dicha actividad. Es un proceso de transformación multidimensional que es a la vez incluyente y excluyente en función de los valores e intereses dominantes en cada proceso, en cada país y en cada organización social. Como todo proceso de transformación histórica, la era de la información no determina un curso único de la historia humana. Sus consecuencias, sus características dependen del poder de quienes se benefician en cada una de las múltiples opciones que se presentan a la voluntad humana.”
“La mundialización financiera agrava la inseguridad económica y las desigualdades sociales. Menoscaba las opiniones de los pueblos, de las instituciones democráticas y de los Estados soberanos encargados de defender el interés general. Las sustituye por lógicas estrictamente especulativas, que únicamente expresan los intereses de las empresas transnacionales y de los mercados financieros”.
(Manuel Castells, en La Era de la Información )
El concepto de la Indignación
La Indignación sufrida durante las últimas décadas del siglo pasado, momento del desarrollo exponencial del capitalismo extensivo, por parte de las tres cuartas partes de la población mundial, había de llegar finalmente sin ningún tipo de duda al propio epicentro del sistema, el nido de los supuestamente países ricos, sobre todo a partir de la gran crisis económica, especulativa y financiera, en la cual aún estamos inmersos, desde su estallido en el año 2008.
¿Pero quiénes son esos Indignados del primer mundo, más en concreto, de los cuales se ha hablado tanto a nivel mundial? Sobre ello debatimos en la Universidad de Tlaxcala en Noviembre de 2011. Entonces me comentaba un estudiante mexicano que seguramente en su país no deberían contar tantos ‘indignados’ como ‘encabronados’, o lo que también conocemos con la acepción de ‘cabreados’. Y a partir de ahí nos dábamos cuenta que hay matices diferentes según el grado de descontento y la reacción a lo que no nos gusta que queramos aplicar. Porque seguramente la mejor definición de Indignado pasa por ser “aquella persona que se muestra descontenta y se encuentra a un paso de actuar para evitar que unas cosas incomprensibles que ocurren no puedan seguir sucediendo”. A día de hoy contamos con indignados en cualquier parte del mundo, así en Finlandia como en Noruega, en Italia o en España, pese a que en algunos lares ha sido su repercusión mayor. Lo que sí debemos aceptar es que ‘Indignados” se ha convertido en un apelativo a nivel global. Resulta ser un Movimiento que surge de la estela de otras movilizaciones contestatarias como han podido ser en la última centuria “el Mayo del 68” y las revueltas a favor de otro mundo posible, las que muchos tildaban de “antiglobalización” que llegaron con la entrada del siglo actual. La Indignación hace romper el miedo a muchos ciudadanos a protestar sobre cuestiones básicamente políticas y económicas que afectan a su condición vital directamente, su inseguridad se transforma en una percepción de la amenaza que después de su manifestación, aún trabando un guión explicativo más esclarecedor, puede llegar incluso a la insurgencia.
Si nos remontamos a la historia reciente, hablamos de Indignados desde que Stéphane Hessel diera a conocer su manifiesto “¡Indignaos!” (Indignez-vous!), dirigido precisamente a las tropas de jóvenes de nuestro planeta que pueden constatar más que nunca que existe algo en el funcionamiento de ese sistema dominante que no es ciertamente transparente, a la vez que no las deja desarrollarse con autonomía y plenitud; otros dicen que se podría tratar de la primera generación del mundo considerado desarrollado que pudiera tener la ligera percepción de poder llegar a vivir peor que en las condiciones de sus progenitores.
Dicho libro, de gran popularidad durante las navidades del 2010 en Francia, con ventas de casi millón y medio de ejemplares, fue tomado como el texto de cabecera por aquellos que decidieron protestar en primer lugar en Francia, y rápidamente en España, a lo cual es debido que hayan pasado a ser conocidos como ‘los indignados’. Es España, más concretamente, también se les identifica como miembros del Movimiento 15 M, a partir de esta fecha talismán (el 15 de marzo, cuando deciden concentrarse de forma masiva en la Plaza Catalunya de Barcelona y la Plaza del Sol de Madrid), o miembros de la plataforma “Democracia Real Ya” .
Tras esta primera obra llegaría un segundo manifiesto titulado “¡Comprometeos!” (¡Engagez-vous!) escrito junto al joven Gilles Vanderpooten, publicado ya en marzo de 2011, en Francia, en un formato de entrevista intergeneracional con el objetivo de evocar el relevo de la lucha por los derechos humanos, la lucha contra la desigualdad y por la ecología.
Todo este totum revolutum es el que ya desde muy pronto y teniendo en cuenta la capacidad movilizadora del pueblo español a lo largo de la historia sobre todo cuando la injusticia le saluda por delante es que se empieza a conocer la trascendencia del momento a nivel internacional como la Spanish Revolution. Curiosamente más tarde, cuando empiecen a cuajar las mismas manifestaciones en Estados Unidos, su prensa, y cuarto poder, pasará a rebatirle el origen y la casta pionera a aquello que empezara en un quince de mayo de 2011 en un extremo del viejo continente europeo.
¿Pero qué es exactamente lo que han estado pregonando durante todo este tiempo los Indignados, desde España a los Estados Unidos? Lo podríamos resumir en veinticinco lemas que han circulado por el ciberespacio por todos visitado:
1. “No somos antisistema, el sistema es anti-nosotros”
2. “Me sobra mes a final de sueldo”
3. “No hay pan para tanto chorizo”
4. “¿Dónde está la izquierda? - ¡Al fondo, a la derecha!”
5. “Si no nos dejáis soñar, nosotros no os dejaremos dormir”
6. “Se alquila esclavo económico”
7. “Se puede acampar para ver a Justin Bieber pero no para defender nuestros derechos”
8. “Error 404: Democracia not found”
9. “Error de sistema. Reinicie por favor”
10. “Esto no es una cuestión de izquierda contra derechas, es de los de abajo contra los de arriba”
11. “Vivimos en un país donde licenciados están en paro, el presidente de nuestro gobierno no sabe inglés… y la oposición tampoco”
12. “Mis sueños no caben en tus urnas”
13. “Políticos: somos vuestros jefes y os estamos haciendo un ERE (expediente de regulación de empleo)”
14. “¡Nos mean y dicen que llueve!”
15. “No falta el dinero. Sobran los ladrones”
16. “Qué tal os va por España? – Pues no nos podemos quejar. O sea, que bien ¿no? – No, que va, que no nos podemos quejar”
17. “Esto no es una crisis, es una estafa”
18. “No apagues la televisión… Podrías pensar”
19. “¡Tengo una carrera y como mortadela!”
20. “Manos arriba, esto es un contrato”
21. “Ni cara A, ni cara B, queremos cambiar de disco”
22. “Somos unos Rebeldes Sin Casa”
23. “Democracia, me gustas porque estás como ausente”
24. “Nosotros buscamos razones, ellos victorias”
25. “Cuando los de abajo se mueven, los de arriba se tambalean”
Si tomamos como referencia lo que dicen los polos opuestos ideológicos estamos seguros de que no resultan, ningunas de las suyas, la auténtica descripción de este movimiento de personas que nos ocupa y de aquí el interés propio de la misma investigación propuesta. Nos podemos preguntar, por ejemplo, qué piensa y cómo identifica la extrema derecha española a los Indignados . En su afán simplista su primera evocación resulta relacionar a sus miembros con los de “Batasuna-ETA”, “como otros sectores de los grupos antisistema”, “ya que han recibido entrenamiento de Segi , en cursos de guerrilla urbana” (César Vidal dixit); “evidentemente están relacionados con la extrema izquierda violenta, y además, gozan de una convivencia absoluta con Batasuna y con la misma banda terrorista” (Antonio Jiménez). Por otro lado, los periodistas y tertulianos más recalcitrantes del panorama televisivo y radiofónico español no dudan en acordarse de los abuelos de éstos, y además de considerarlos “mugrientos” y “asamblearios”, consideran suficientes las señales para pensar que defienden la “dictadura comunista” (Federico Jiménez Losantos); “de movimiento espontáneo no tienen absolutamente nada; han estado fraguándose como mínimo en los dos últimos años” (Carlos Dávila), y “son los herederos de la extrema izquierda de siempre”, los cuales “fuman más porros que los vistos en la jaima de Gadafi” (Eduardo García Serrano); viven en un “ambiente claramente soviético”, y vuelven con su obsesión por los alucinógenos cuando comentan que “siempre están envueltos de olor a porro” (Ketty Garat). Consideran dichos analistas sectarios que estos manifestantes han surgido dada la permisividad de los últimos gobiernos socialdemócratas en Catalunya y España, “así como el movimiento okupa ha gozado de todo tipo de libertades”; son dignos representantes de los “ninis” (cómo se conoce en España a la generación actual de postadolescentes que “ni estudian, ni trabajan”; vienen a ser como un “despertar del movimiento Nunca Máis”, en un principio ecologista, que nació a partir del desastre del barco Prestige que inundó de crudo las costas gallegas (Fernando Díaz Villanueva); incluso existen visiones más inspiradas como las que afirman que “son lo más parecido a un Tea Party de izquierdas, relleno de marxismo” (Arcadi Espada). Otros del mismo sector tienen alguna incertidumbre más y creen que a los indignados “les da lo mismo la derecha que la izquierda, y el lenguaje que utilizan se parece muchísimo al fenómeno del nazismo y del neonazismo” (Cristian López Schlichting); más suavemente los pueden nombrar como primos hermanos de los “decadentes sindicatos” hispanos (Alfonso Ussía) o una especie de extrema izquierda, como decíamos antes, pero que básicamente “le hace el trabajo sucio al PSOE de Rubalcaba” (Federico Jiménez Losantos). En el fondo, según ellos, hablamos de “un movimiento radical, okupa, antisistema, antiglobalización, que reivindica la fuerza y la violencia por delante de las urnas” (Alberto Recarte), “una ínfima minoría despreciable” (José García Domínguez), “la misma basura ridícula del 68, la misma basura totalitaria de siempre”, como también afirmaría Esperanza Aguirre, la presidenta conservadora de la comunidad autónoma de Madrid, “perroflautas al fin y al cabo, formados por mendigos, gitanos rumanos, gente del Magreb” (Federico Jiménez Losantos), que “se dedican a violar a chicas cuando quedan pocos y llega la noche” (Isabel San Sebastián), “aquellos que teorizan el chavismo en América Latina, o sea gente de setenta años con coleta que en el pasado fueron comunistas” (Mario Noya). Para que nos quede aún más claro, y pese a la confusa o compleja descripción científica que se extrae de dichas falacias apreciativas, los Indignados parecen ser una especie de alianza entre viejos izquierdistas ideológicamente derrotados, y jóvenes sin porvenir y sin aspiración adicional a la de insultar, escupir, robar perros a los ciegos y delinquir, o sea los supervivientes del anarquismo, okupas, antisistema, estalinistas y cualquier aditivo de las mismas características que se aprecie oportuno (Rubén Múgica, Isabel San Sebastián, Cristina López Schlichting, etc.).
Resulta realmente increíble comparar tales apreciaciones con las que pueden realizar los representantes de la izquierda más pura o extrema, según la subjetividad de cada uno, sobre el mismo fenómeno de los Indignados. El historiador Carlos Taibo, en un artículo publicado en la Revista Mémoire des Luttes , comenta las diez lecciones que ya nos ha dejado a día de hoy el Movimiento del 15 M: 1) defensa del asamblearismo y la autogestión; 2) un nuevo impulso a la descentralización; 3) lograr nuevos espacios de autonomía; 4) seguir en la construcción de un modelo anticapitalista; 5) marcar las distancias con respecto a lo que suponen los partidos clásicos y las elecciones cada cuatro años; 6) reformar un sindicalismo que parece caduco aunque siempre necesario; 7) seguir concentrando las tendencias antipatriarcales, antiproductivistas, antimilitaristas e internacionalistas en el mismo objetivo común; 8) reconocer la cuestión generacional y el relevo que conlleva; 9) no atrasar el derecho a la autodeterminación; y 10) abandonar el imaginario de la jerarquía, de los personalismos, de la ciencia, de la tecnología, del crecimiento, del consumo, de la productividad y de la competitividad. Para los filósofos marxistas Micharl Hardt y Toni Negri, que en su momento incluso se apoyaron en la lucha armada para alcanzar sus propósitos, los Indignados han conseguido hacer volver la atención política hacia la gestión de lo común y los males que le acechan, y abren un interesante debate sobre la pérdida del miedo a protestar que han fomentado con sus reivindicaciones de una economía más justa y una democracia más directa y participativa. Es en esa misma línea que el español Joaquín Estefanía explica en su nuevo libro cómo el temor ciudadano al paro o al empobrecimiento contribuye a la dominación de los mercados y la oposición frontal a los mismos : “El miedo que anida en el cerebro quebranta la resistencia, genera pánico y paraliza; no hay poder en la Tierra que no haya confiado en alguna forma de terror. Tras un desastre (natural, político, económico) el miedo inicial deja paso a la ansiedad; la gente teme más a los riesgos que se le imponen que a los que podría aceptar normalmente. Todos los esfuerzos por liberar al hombre han sido en realidad impulsos para liberarlo del miedo, para crear las condiciones en que no sintiera la dependencia como una amenaza”; “ese miedo hoy en día puede asociarse a un nuevo poder fáctico que se denomina la dictadura de los mercados, que tiene a reducir los beneficios sociales y las conquistas de la ciudadanía económica del último medio siglo, miedo a quedarnos sin ese bien cada vez más escaso que se llama trabajo, a reducir nuestro poder adquisitivo, al subempleo, a la marginación económica y social”. Otro autor, como es el intelectual checo Victor Klima , en su obra “El Espíritu de Praga escribe”: “A diferencia de los anteriores usurpadores de poder, estas estructuras de poder actuales, estas estructuras de poder no tienen ni rostro ni identidad. Son invulnerables a los golpes y las palabras. Su poder es quizás menos ostentoso, menos abiertamente declarado, pero es omnipresente y no cesa de crecer”. El sociólogo francés Michel Wieviorka declaraba también recientemente en la prensa: “En una situación de crisis como la cual los actores están cansados y las dificultades para sobrevivir provocan situaciones difíciles que rebajan la moral. La violencia y la conflictividad son más frecuentes cuando hay dinero y recursos. Pero cuando empieza la crisis la gente no entiende bien lo que pasa y está a la espera. El conflicto surge siempre que hay dominadores y dominados, pero en caso de crisis es todo el sistema el que no funciona, se crea desánimo y por eso no hay más conflicto aparente”. El dibujante humorístico El Roto lo plasma de forma gráfica: “Parece que tuvimos que asustar a la población para tranquilizar a los mercados”. Si, por un lado, Ignacio Ramonet , teórico del altermundismo y antiguo trotskista, cree que el Movimiento de los Indignados nos lleva a un Mayo del 68 permanente, con el mismo objetivo de entonces que es que la política cambie y en esta ocasión controle de verdad a los mercados de que hablamos, por el otro tenemos al mismo Wieviorka que aún considera como demasiado difuso el vocabulario utilizado para expresar la propia indignación. El humanista polaco Zygmunt Bauman advertía del peligro de que la indignación termine evaporándose debido a su factor más emocional que racional, por lo que le critica su “falta de pensamiento”. Ante la “superficialidad de Bauman”, el alemán Ulrich Beck considera que “la anticipación del riesgo financiero global es una de las grandes formas de movilización del siglo veintiuno, porque también resulta una amenaza que se percibe de forma clara en todas partes”. Existe pues una conciencia de riesgo global que sólo podría atenuarse con cambios estructurales en la misma economía financiera y política globales. Es llegado a este punto que podemos apreciar como si para unos existen suficientes justificaciones para pasar de la protesta a la exasperación de un cambio radical y profundo a nivel global, desde posiciones más moderadas existe un posicionamiento más pausado frente a lo que pueda ocurrir o sea desesable. Uno de los ideólogos de la izquierda española contemporánea, el sociólogo José Félix Tezanos, director a su vez de la revista Temas , confirma que cuando se habla de “mercados” hoy día se refiere a “el poder económico”, formado por una red de empresas dedicada a la intermediación financiera, los grandes fondos de inversión y las agencias de calificación. Ante esta situación el mismo autor reconoce que “los partidos tradicionales de izquierdas han sido sometidos en los últimos años a una presiones tremendas para forzarles a aceptar lo que era inaceptable para ellos, de forma que ahora carecen de los líderes adecuados y de la credibilidad necesaria para hacerse eco de la ola de malestar que está creciendo”. Ante la eventualidad de Elecciones Autonómicas, Municipales y Generales, en este mismo orden, en el último año, en España, y ante la presión del Movimiento de los Indignados, tanto periodistas reconocidos, como Iñaki Gabilondo, o filósofos de la talla de Daniel Innerarity afirman que “resulta escandaloso que durante las respectivas campañas electorales ninguno de los dos grandes partidos contrincantes se haya comprometido a reforzar la democracia”. Otro analista les responde: “Si algo produce terror a nuestros dirigentes es que la ciudadanía tome sus propias decisiones”. Y eso parece que es lo que ha estado ocurriendo .
El desarrollo de la Indignación
El Siglo Veintiuno debe ser glocal: lo global influye sobre lo local, a la vez que lo local tiene su referencia a nivel global. En los últimos años en mis clases en Tarragona he estado hablando, mucho antes de que apareciera el Movimiento de los Indignados, sobre los siete retos capitales que deben afrontar las relaciones internacionales para una mejor navegación mundial: 1) conseguir una gobernabilidad política mundial mejor a la existente (básicamente a partir de la reforma del funcionamiento de la Organización de las Naciones Unidas); 2) sustitución del sistema económico, financiero y comercial dirigido por el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y Organización Muncial del Comercio; 3) mayor democratización del sistema político; 4) mayor preocupación por los temas medioambientales; 5) más medios para erradicar la pobreza y reducir las desigualdades; 6) mejor organización de los flujos migratorios a nivel mundial; 7) y, finalmente, erradicación de la guerra a través de la desinversión en la industria armamentística y la promoción de la cultura de la paz.
De hecho, entre lo que transcurre desde la caída del Muro de Berlín en 1989 (que es cuando realmente se cambia de paradigma y de siglo según los intereses de las mismas relaciones internacionales) hasta el atentado de las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001 , cuando se pretende buscar una nueva explicación a los acontecimientos que están por llegar, existen múltiples manifestaciones a nivel mundial, pero también a nivel del Estado Español y de Catalunya, que podríamos pasar a considerar como el prefacio al Movimiento de los Indignados. Participo pues personalmente desde los movimientos a favor de la instauración del 0’7 % del Producto Interior Bruto (PIB) de los países ricos para la cooperación oficial al desarrollo hasta las peticiones de abolición de la deuda externa, pasando por el masivo grito ofendido contra la participación en la Guerra de Irak, los primeros Foros Sociales Mundiales de Porto Alegre, a raíz de la protesta de la negociación de la Ronda del Milenio en Seattle, las protestas ante la Conferencia Anual de la misma OMC en Ginebra, el encuentro del G-8 en Génova, el Foro Social Europeo en Florencia, los comités de solidaridad con la causa zapatista y la visita pertinente a Chiapas , la presencia en la Llamada por la Paz de La Haya, la perseverancia por la soberanía alimentaria defendida por la organización de la Vía Campesina o la protección de nuestro medio ambiente desde el ámbito de las leyes…
Según la teoría politológica clásica estaríamos hablando en todos estos casos de “Movimientos Sociales” definidos como grupos de personas, convencidas de que ni el Estado ni los partidos políticos o grupos de interés establecidos han abordado correctamente sus preocupaciones y así organizan una acción colectiva que logra definir de forma atractiva una causa, suscitar efectivamente la adhesión de un grupo cada vez más numeroso de activistas y atraer la atención pública. Con mayor perspectiva histórica podemos confirmar que estos movimientos sociales empiezan con fuerza durante los movimientos en defensa de los derechos civiles en Estados Unidos entre 1955 y 1965, eclosionan con la primera revuelta anticapitalista en pleno siglo XX tras las revoluciones de signo comunista que es el Mayo del 68, siguen con los movimientos feministas de la década de los sesenta y setenta, se hacen mayores con el movimiento ecologista de los años ochenta, continúan con las movilizaciones de protesta contra las dictaduras comunistas hasta el 1989 y seguramente llegan hasta nuestros días, como decíamos, con la expresión de los Foros Sociales Mundiales iniciados en Porto Alegre (Brasil), y posteriormente desarrollados en Bombay, Nairobi y Dakar.
Quizás en el ámbito de estos últimos movimientos, los que podríamos llamar “por otro mundo posible”, que algunos denominan erróneamente como antiglobalización, podríamos encontrar un clímax de relación más profundo con los Indignados actuales, y cómo decía al inicio del texto, a partir de una constatación que es mundial (la injusticia del sistema económico y la poca transparencia del modelo político), surgen en el nivel local diferentes protestas, inauguradas desde Francia con Hessel, popularizadas en España a partir del 15 M, con vocación extraterritorial, hasta llegar a los Estados Unidos de América. Sobre el preludio de lo acontecido habían escrito desde hacía ya un tiempo Susan George y Samir Amin, entre otros, apadrinados por la organización ATTAC (Asociación por una Tasación sobre las Transacciones Especulativas para Ayuda a los Ciudadanos, traducción de las siglas en francés), que a su vez surge desde el ya mencionado medio de comunicación de Le Monde Diplomatique, en contra del desarrollo capitalista contemporáneo, enfrentándose a voces que se manifiestan a favor como pueden ser las de Anthony Giddens o Jagdish Bahgwati, por sólo citar unos nombres.
¿Hacia dónde se dirigen más concretamente las protestas? A nivel mundial nos concentramos en los más grandes bancos internacionales como pueden ser Credit Suïsse, Citibank, Fannie Mail, UBS o JP Morgan, de los cuales casi todos han realizado atrocidades constatadas en base a su beneficio como pueden ser vender armas a Irán, blanquear el dinero del narcotráfico mexicano, pagar campañas electorales o evadir impuestos, a lo que debemos sumar lo realmente más grave que es contaminar la economía mundial a raíz de reproducir productos financieros complejos. Lo que Noam Chomsky califica como “innovación financiera que puede considerarse más o menos como una arma destrucción masiva” .
Por todos parece ser conocido el peligro de la endogamia recreada entre políticos y banqueros. De la misma manera que los presidentes de la Reserva Federal de los Estados Unidos de América han tenido una relación privilegiada con la compañía de management financiero Merryl Lynch, en la actualidad y tras el despropósito europeo de los últimos meses tres de sus grandes protagonistas como son el nuevo presidente de Grecia (Papademos), el nuevo presidente de Italia (Monti) y el nuevo presidente del Banco Central Europeo (Draghi), han sido en el pasado altos cargos del banco Goldman Sachs , actualmente desembarcando de esta manera en la otra orilla del Atlántico.
Los defensores de las teorías neoliberales y economicistas que dominan el discurso de las finanzas internacionales y, en el fonto, el de la Unión Europea mismo, siempre nos recuerdan lo mismo: sólo se puede hacer lo que digan quienes están en el poder, seguramente porque saben o conocen más el tamaño de la desidia y juegan con el miedo ajeno. Entonces presentan una única alternativa que siempre viene a ser lo mismo: recortar salarios (directos, indirectos en forma de gasto social, o diferidos como pensiones). Otra alternativa, según ellos, sería, además de impensable, muchísimo peor.
Y pese a ello, en países como España nada menos que el 78 por ciento de la población no está de acuerdo con las políticas de austeridad, mientras que en la Unión Europea un 68 por ciento de la población no está satisfecha con la manera como se está reconstruyendo una institución más que quincuagenaria como es la Unión Europea que es quién toma decisiones por ellos sin preguntar.
Mucha gente con el 15 M ha salido a la calle reclamando un debate realmente democrático sobre la actual crisis y sobre las soluciones más justas que se le pueden dar. Pero también hay quienes que, sin haber salido a las calles, ven con simpatía, y se calcula que son aproximadamente un setenta por ciento del los habitantes adultos del país, lo que está ocurriendo, entre otras cosas, porque también comparten el ideal de justicia de los indignados, y aunque no hayan ido a ninguna manifestación, saben que crear más desempleo y pobreza, bajar cada vez más los sueldos, los salarios y las pensiones, permitir que miles de familias pierdan sus viviendas, dejar sin financiación y sin clientes a las pequeñas y medianas empresas o a los trabajadores autónomos, o destrozar el medio ambiente… no se puede considerar de ningún modo que sea una verdadera solución de los problemas económicos imperantes y reales, por lo que asienten a que hacen falta otros tipos de políticas.
El libro Hay Alternativa antes mencionado lo resume muy bien en el siguiente parágrafo que describe el “capitalismo tóxico” que debemos hacer desaparecer: “La crisis que estamos viviendo es, por tanto, una consecuencia inevitable de este proceso de conversión de la economía capitalista en un gran casino financiero que convierten la inversión en papel y en capital puramente ficticio (si es que a eso se le puede considerar inversión) en el uso más rentable del capital. Los bancos y los grandes fondos de inversión se han convertido en una maquinaria de creación constante de deuda a través de la titulización y de los sofisticados procedimientos de la ingeniería financiera que llevan a cabo para encontrar continuamente nuevas fuentes de beneficio. Pero todo ello lo llevan a cabo al margen de la actividad productiva, de modo que ésta no puede sino debilitarse de forma continuada y terminar exhausta ante la falta de capital o de demanda real suficiente. (…) En definitiva la última y gran recesión de la economía mundial es algo más que el resultado de una crisis financiera derivada de la difusión de productos tóxicos. La crisis actual es también la consecuencia del divorcio entre medios y fines, porque se han desnaturalizado la economía, el dinero, las finanzas y la actividad bancaria. El dinero ha dejado de ser un instrumento al servicio de la producción de bienes y servicios que puedan satisfacer las necesidades humanas para convertirse en un fin en sí mismo y en una simple fuente de poder. La financiación ha dejado de ser una actividad al servicio de la creación de empleo o riqueza y los bancos se han convertido en los principales instrumentos de todo ello pasando a ser una maquinaria de generación de deuda”.
Las singularidades de España vienen muy bien definidas por Vicenç Navarro a la cual le achaca un bienestar social insuficiente y una democracia imperfecta, categorización que da nombre a uno de sus últimos libros, y en el cual también afea el hecho de que nuestro país es uno de los países europeos con una mayor desigualdad interna en todos los aspectos perceptibles. España ha crecido básicamente endeudándose y a partir de su colapso difícilmente podrá mantener lo que popularmente se conoce como su anterior alto nivel de vida. Parece ser una constatación de nuevo que el gran negocio de la banca española nos salió demasiado caro, o sea, que unos pocos se llevaron el gato al agua. Y la avaricia efectivamente rompió su saco, aunque nos salpicara al resto.
Al igual que en España o en la Europa continental en general, el movimiento de los indignados también ha suscitado la simpatía de la sociedad anglosajona, y desde Saint Paul en Londres hasta Wall Street en Nueva York parece ser que su fuerza va a más. Su imagen en estos casos sigue siendo a ratos un vivo retrato sacado del espejo de los hippies de Woodstock, aunque este sólo sería un capítulo de una historia más compleja, a la cual efectivamente se han sumado, aunque mirados con recelos por los originales, algunos elementos del Tea Party de Sarah Pallin. Poco a poco se desalojan los campamentos del movimiento “Occupy” en ciudades como Washington, Los Ángeles y Filadelfia, siguiendo el modelo del alcalde de Nueva York, Michale Blomberg, nada más ni nada menos que un financiero que amasó su fortuna en la bolsa americana (detenciones masivas de más de cien personas en cada acción y envío de brigadas de limpieza de forma inmediata). En Alemania los manifestantes prefieren tomarla con lemas como “Democracia real Ya” o “El mundo no es una mercancía”, ofreciendo una verdadera democracia contra el capitalismo lo que querían demostrar ocupando el Bundestag (parlamento alemán). Si en la península ibérica figuran los simpatizantes de la CNT y la CGT en algunas de las movilizaciones, en el país germánico lucen las insignias de Attac, la red Compact y otros muchos grupos de índole ecologista. Incluso en Israel jóvenes protestan antes las decisiones económicas del gobierno de turno que les recorta libertades y servicios.
El desenlace de la Indignación
Hemos estado viendo como los Indignados, a nivel mundial, con diferentes énfasis y acentos, se concentran en apelar a favor de un cambio profundo en el funcionamiento de la política y de la economía imperante. La oligarquización nefasta de los partidos y la desaparición pretendida y paulatina de cualquier otro espacio de debate social o de participación política parece ser que haya sido el gran argumento en el caso español, sin dejar de esgrimir las desgracias económicas sufridas en los últimos tiempos; una cosa empaña pues a la otra. En este sentido el 15 M representaría un golpe de aire fresco que podría regenerar este ámbito primordial de la acción colectiva organizada, que sólo podría pasar por una repolitización y redemocratización de la misma política y democracia, con la pretensión antes comentada de frenar los excesos del poder económico.
Si comparamos el desarrollo de los movimientos en Barcelona y Madrid veremos como si en la capital catalana se inició muy pronto el fenómeno de la ocupación de edificios vacíos, sobre todo recrudeciéndose a partir del 15 de octubre del presente año cuando un centenar de personas acceden para quedarse en un edificio de pisos vacíos en el barrio de Nou Barris, en unos primeros instantes en Madrid se había optado por la defensa a ultranza de la educación pública, aunque también se acabaría sumando al proceso de liberación de espacios.
Dado el balance de varios meses de gestación, recogimiento en los barrios de las grandes ciudades y su internacionalización, podemos observar como el 15 M español (integrado muy mínimamente en la opción política de Izquierda Unida) ha tenido una influencia mayor en la sociedad a nivel horizontal y de debate, que en las propias campañas electorales en liza y sobre todo en la de las Elecciones Generales del pasado 20 de Noviembre. Algunos políticos y de alguna forma también los sindicatos se acercaron a última hora a las propuestas de los Indignados pero siguieron desconfiando de su validez propagandística y estrictamente electoral. Aún no se ganan elecciones diciendo según qué tipos de verdades. Eso sí, de fondo se escuchan voces que afirman que a partir de ahora se deberá actuar con mayor rapidez, quién lo ha querido ver se ha dado cuenta que parece claro que se ha abierto un nuevo ecosistema político que deberá ser abordado tarde o temprano. Reforma de la ley electoral y mayor participación ciudadana vinculante sólo pueden ser de momento el freno a una abstención activa (a lo que debemos sumar los numerosos votos en blanco y nulos provocados) defendida en el día de reflexión por muchos jóvenes españoles. La misma negación de la dación en pago y considerar a los que evitan los desahucios como “delincuencia revestida de pretexto social” sólo pueden provocar más rechazo acumulado.
Ya hemos repetido que el trasfondo de las movilizaciones de miles de ciudadanos descontentos alrededor del mundo no sería tal, a día de hoy, sin una crisis tan profunda del sistema político, económico y financiero que nos pasó a gobernar después del final de la Segunda Guerra Mundial, con un beneplácito oficial aún mayor desde la caída del Muro de Berlín y de la alternativa utópica del socialismo real en 1989. Pero poco antes de que cayeran Irlanda, Portugal, Grecia, Italia, España, Bélgica… y se asustaran Francia y en último lugar el Reino Unido, Estados Unidos y Alemania, un país de no más de trescientos treinta mil habitantes como es Islandia, anteriormente descrito como lo más cercano a un paraíso terrenal, vivió una experiencia única de rebelión frente a sus bancos y gobiernos, a los cuales lograría condenar y destituir. De la lectura de esa historia ya nos dimos cuenta de que lo que venía después seguramente no se trataba de una crisis económica cíclica del capitalismo, sino que más bien resultaría la profunda crisis económica y social en toda norma que hemos venido describiendo, del centro de funcionamiento del propio sistema capitalista: decían pues los islandeses que “no es desde luego una crisis, es el capitalismo en sí mismo”. Algunos meses más tarde nos damos cuenta de que no sólo se trata de corregir el endeudamiento de las familias, administraciones y bancos, sino que más bien deberíamos empeñarnos en buscar nuevos mecanismos para promover un crecimiento diferente al conocido hasta el momento y una recuperación de las tasas de desocupación que han tocado su suelo más bajo de toda la historia. Habíamos estado obsesionados en un espejismo en forma de desarrollo ficticio provocado por lo que se conoce como “capitalismo de casino”, lo que era ir viviendo entre algodones incrementando de forma insostenible el endeudamiento de cada economía particular. Y eso vuelve a ser política.
Particularmente estoy muy de acuerdo con el historiador catalán Josep Fontana, en una entrevista concedida al canal de televisión autonómico TV3, el domingo 27 de Noviembre de 2011, cuando comentaba que la única forma de conseguir un éxito en las reivindicaciones de los Indignados llegaría inevitablemente de mano de las personas que ven que en el momento actual no existe un futuro positivo predecible y como medida casi preventiva no les queda más que la actuación inmediata para intentar cambiar el orden establecido de las cosas. Resulta la misma lectura del devenir de los procesos revolucionarios vividos en las sociedades hipotéticamente opulentas, como pudo ser el caso de la Francia de 1789, cuando sólo se consigue derrocar La Bastilla mediante el motín provocado por la ausencia de pan con el cual alimentar a las familias por parte de sus mujeres, esposas y madres.
También estoy convencido, como muchos otros analistas de la realidad española, que la política en este país no volverá a ser la misma tras el 15 M y sus consecuencias. El Movimiento 15 M, según ellos mismos, y como comenta el nuevo número de la revista especializada Telos , ha cambiado para siempre los parámetros válidos para los años democráticos postfranquistas, estudiando el alcance de las redes sociales en la práctica democrática y la movilización asociada de carácter social y política. Más concretamente, la especialista en redes sociales Ana Romero, explicó en la presentación de dicha revista, publicada curiosamente por la Fundación Telefónica, cómo el movimiento del 15 M ha transformado ya las formas de hacer política dado que “las nuevas tecnologías se han convertido en la nueva forma de hacer política”.
De nuevo se coincide en precisar que son muchos los actores implicados, desde la ciudadanía más politizada, los académicos, los periodistas y algunos de los políticos, quienes se podrían definir como “simpatizantes” del movimiento, aunque no militantes, demostrando su simpatía por los mismos y participando de algunos de sus actos esporádicamente, aunque finalmente no renuncien a seguir promoviendo el cambio desde las antiguas estructuras cerradas como pueden ser los propios partidos políticos.
Tomemos, por ejemplo, el caso del intelectual y cineasta italiano Nani Moretti, el cual comenta que no simpatiza totalmente con el movimiento de los indignados ya que su revuelta puede convertirse en algo poco real y sustancial si es que no acaba influyendo en el espacio político establecido, siendo los partidos, que son las estructuras encargadas para ello, según él, los que decidan no aprovechar los argumentos de los primeros con el objetivo de tomar unas decisiones concretas importantes, eso sí, que hacen falta efectivamente tomar.
Tal como ha estado ocurriendo en España, el Movimiento estadounidense de los Occupy Wall Street se ha sumado en las últimas semanas a la causa de los desahuciados. Indignados a ambos lados del Atlántico parecen haber llegado a la misma conclusión: quizá no puedan dar la vuelta al orden económico, pero sí pueden prestar apoyo inmediato a las personas pobres que están siendo desahuciadas de sus casas, el símbolo más descarnado de esta crisis. En España, por un lado, simpatizantes del Movimiento 15 M llevan medio año intentando paralizar desahucios, y desde hace un mes también apuestan por okupar viviendas. En Estados Unidos, donde se calcula que desde 2008 han sido desahuciadas cinco millones de familias, la simbiosis indignados-afectados ha germinado recientemente con éxito.
Con todo esto el famoso cineasta-documentalista estadounidense Michael Moore ha vuelto a la carga con el siguiente escrito que se haya distribuido en la red informática: “No tenemos ni siquiera doce semanas de edad, sin embargo, Occupy Wall Street ha crecido muy rápidamente, tanto que ninguno de nosotros puede mantenerse al día con los cientos de pueblos y ciudades que se han unido al movimiento, o las miles de acciones, incluso en barrios, escuelas y organizaciones, que se han venido adoptando. El diálogo nacional ha cambiado irreversiblemente. Ahora todo el mundo está hablando de cómo el uno por ciento de la población se está quedando con todo el dinero, mientras que el noventa y nueve por ciento lucha por llegar a fin de mes. La gente ya no se paraliza por la desesperación o la apatía. La mayoría sabe que ahora es el momento de recuperar nuestro país de los banqueros, los grupos de presión y sus recaderos: los miembros del Congreso de los Estados Unidos y las cincuenta legislaturas estatales. (…) Me gustaría recordarles a mis hermanas y hermanos de movimiento que hay muchas maneras de mantener Occupy Wall Street vivo durante los meses de invierno. (…) El invierno nos da una gran oportunidad para expandir nuestras acciones en contra de los capitanes del capitalismo que han ocupado nuestras casas con un sistema de hipotecas fraudulentas que ha expulsado a millones de familias a la calle, un sistema de salud cruel que le ha dicho a cincuenta millones de estadounidenses "si usted no puede pagarse un médico, váyase a la mierda”, un sistema de préstamos a los estudiantes que envía a chicos de veintidós años de edad de inmediato a una especie de "cárcel de deudores" que implica trabajar en malos empleos para los que no fueron a la universidad pero ahora tienen que tomar porque están endeudados por decenas de miles de dólares por las próximas dos décadas, y un mercado laboral que mantiene a veinticinco millones de estadounidenses desempleados o subempleados, y gran parte del resto de los trabajadores obligados a aceptar sustanciales recortes salariales, recortes en las prestaciones de salud y seguridad cero en el trabajo.”
Michael Moore acaba su carta titulada “Ocupando el Invierno” haciendo una llamada a seguir ocupando los hogares de cada uno, la universidad que debe ser un espacio público, las empresas que también deben contar con la opinión de sus trabajadores, los bancos que deberían ser sustituidos por cooperativas de crédito y las agencias de seguros que son negocios especulativos que juegan con los derechos de las personas. En su próxima carta, Moore, amenaza con dar a conocer su propuesta sobre cómo ocupar el proceso electoral, aunque considere prioritario por ahora preocuparse por el dinero concentrado en manos de unos pocos.
Por países y por prioridades, habiendo realizado la génesis del movimiento de los Indignados desde España a los Estados Unidos, existen propuestas reales, como la que defiende Manuel Castells sobre la Reforma del Sistema Electoral , o las otras tantas de cariz económico que se nos presentan mediante los escritos de Chomsky o Navarro, que deben ordenarse para evocar una mayor cohesión en las legitimas reivindicaciones pendientes. Lo que está claro es que, o bien reaccionan los mismos resortes del poder económico y financiero, así como la partitocracia que nos inunda, o bien la oleada de descontento puede ser tan grande que lo acabe destruyendo todo más aún de lo que está. El sentimiento de que se le toma el pelo al ciudadano está generalizado, así como que se legisla en todos los ámbitos a excepción de las altas finanzas y los privilegios de la clase política. Llegado a este punto de la historia, y retomando un humor gráfico del cual antes ya he echado mano, lo que no se le puede pedir al ciudadano “indignado” es que al mismo tiempo que se ajusta el cinturón, se le obligue a bajarse los pantalones. Esas dos cosas juntas, son francamente demasiado.
(Tarragona, 12 de diciembre de 2011)
El Autor: Oliver Klein Bosquet (oliver.klein@urv.cat): Licenciado y Doctorando en Ciencias Políticas con una Tesis que lleva por título “Los retos jurídicos de los movimientos forzados de población por causas medioambientales”. Máster Oficial Europeo en Derecho Ambiental, Especialista Universitario en Relaciones Internacionales, Estudios Cubanos y Cultura de Paz. Profesor de Cooperación Internacional al Desarrollo y Gestión Global de la Inmigración en la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona.
DIARI ÍNTIM PERÒ PÚBLIC. En aquest blog vull parlar sobre les coses que observo i em preocupen, perquè les estimo: el temps que són els dies que passen i cal aprofitar; les persones que es creuen amb mi; i, finalment, els països, pobles, indrets, racons... que descobreixo poc a poc. Nascut el 1976, soc Professor de Ciencia Política a la Universitat Rovira i Virgili (URV) de Tarragona. Tambe soc Regidor i Portaveu del Nou Moviment Ciutada (NMC) a l'Ajuntament de Cambrils.
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