Capítulo 7: LAS FAMILIAS VINCULADAS AL PROYECTO
Luis, el Subdirector de la Escuela de Los Quinchos, y su esposa Martha, también maestra en la misma escuela, acogen a nuestra compañera Sonia. Tienen dos hijos: Luis Alfredo, el más pequeño, y María José, la más grande. Viven de manera más acomodada que el resto de profesores, muy cerquita de la escuela. Ellos se permiten desayunar de lo que compran en una de las ventas o pulperías cercanas: picapán con Fanta de naranja, de manera frecuente. Y también aprovechan para dar a conocernos las especialidades gastronómicas de la región: arroz blanco con huevo y plátano frito, con cacao; arroz blanco con tomate, pan y queso, con cacao; y el famoso nacatamal, o lo que es lo mismo, pasta de trigo y arroz con carne, pasas y papas (“patatas”), más café.
Comparando las residencias de mis compas con la mía propia puedo precisar como habito una zona bastante más apartada que la del esto. Lo positivo es que hasta ella llegan los taxis y eso me permite no tener que pasear por las calles oscuras más allá de las diez de la noche, ya que todo el mundo a esa hora les tiene miedo a las pandillas. Otra de las ventajas que puedo mencionar es que hasta mi morada llegan tanto la luz como el agua limpia, y ello se ve resumido en dos enchufes prácticamente aplicados para la plancha y mi máquina de afeitar que requiere del famoso adaptador.
En estos instantes de adecuación inicial al medio, ya podemos saber que la sintonía musical del verano será, sin ningún tipo de duda “Entre la línea del bien y la línea del mal”, del colombiano y del cubano, Donato y Estéfano, respectivamente.
Pero sigamos con lo que estábamos ahora narrando: Marcel, antes de viajar hacia el Norte del país, ha vivido con el Sr. José Ezequiel, arquitecto y sargento del Ejército Sandinista durante diecisiete años, y su esposa Doña Mireia, que es la abuela que se ocupa de la casa. Nuria, igualmente, ha pernoctado en la casa de los Sres. García, de los cuales he conocido al Sr. César, de hecho separado de la Sra. Ana. Montse vive con la abuela Leonor y sus dos nietas, con el añadido de tener que aguantar a su marido borracho. Carmen, con Doña Elia, propietaria de una “pulpería” (tienda) dedicada a la venta de comestibles.
De los que se quedan en San Judas, la otra Montse y Amelia conviven con la Profesora Daysi; Albert, en la casa de la familia del Profesor y músico Augusto; luego está Sonia, que ya hemos mencionado, con Luis y Martha; y, yo mismo, con Doña Fran.
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