CAPÍTULO 24: REPERTORIO MUSICAL, PEQUEÑOS RECUERDOS Y VUELTA AL ORIGEN
Lo más oído actualmente en el país pasa por Xuxa, de Brasil; Ricardo Arjona, de Guatemala; Enrique Iglesias, de España; Ricki Martin, de Puerto Rico; Shakira, de Colombia (mucho antes de triunfar mundialmente casi diez años más tarde); Luis Miguel, de México; Cheín García, un cubano de Miami; Laura Pausini, la italiana con su “Experiencia Religiosa”; Katia, Selena… Luego están los grupos nicas propiamente como son Los Mocoya o Los Mocuanes, que imitan cierto tipo de ranchera. No hay nada mejor que una furgoneta con música ranchera y ventana abierta, a todo gas. Por la noche una cantina de gran salón con muchos cascos de botella vacíos y una gramola del siglo pasado que aún canta.
He vuelto a Managua y he dejado atrás un sinfín de vivencias en Esteí, El Cafetín, la casa de Maru, La Trinidad, Chagüite y las otras comunidades adyacentes. En la capital coincido con Maria de la Pau Trayner y su compañera Maria Antonia, que es la coordinadora de gran número de proyectos de organizaciones cristianas en el país. También Maru me da la posibilidad de conocer al Padre Ernesto, de la organización Cristianos Sandinistas, de cuando las CEBs se separaron de la Parroquia oficialista. Paso la tarde reposando en las hamacas y organizando la compra de recuerdos. Creo que muchos días podrían pasar así, entre la insignificancia del sitio, las necesidades que limitan y el silencio que lo empaña todo. La cena ha consistido en una buena sopa, siempre caliente, en tierra cálida, acompañada del mejor postre posible a base de fruta tropical, de la que nunca antes había degustado a orillas del Mediterráneo. Cumplo ahora el ecuador de mi estancia en el país y parece que sin quererlo premeditadamente empiezo a hacer una especie de balance preliminar de mi personal aventura.
En mi collage mental particular selecciono la imagen de los “bolos” que frecuentan las calles durante los días festivos o después del cobro del jornal, junto a las camionetas de viajantes humanos acompañados de gallinas, sacos de arroz y maíz; huelo un sudor sano de ser humano, comida y utensilios antiguos que no me es desagradable, más bien natural; luego los dientes de oro y plata de mis amigos de plática (queriendo representar un símbolo de distinción); partidos de béisbol, más o menos oficiales, como el que presencié entre los chavalos de Las Correderas y los de Cocotito; la separación de espacios y personas según sean sandinistas o liberales, “arnoldistas” (me viene a la memoria el tema de “las dos Españas”); y el oficio de ganadero y campesino que he compartido hasta mi mismo tuétano (botas de barro, manos quebradas, sombrero y vaqueros sucios, machete preparado…). ¡Hasta la vista Chagüite!: ¡Volveré!.
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