CAPÍTULO 27: CONVIVENCIA DE GRUPO
Albert es el alma del grupo. Se lleva bien con Gerardo, que lleva ya algunos años en Nicaragua, y hoy han ido juntos al Centro Melania Morales. Para las cuestiones informáticas he tenido que salir a hacer fotocopias, en este caso a una Herrería que tiene una máquina muy rudimentaria que finalmente ha dado sus frutos.
Hoy algunos de los voluntarios internacionales tenemos visita en las sedes de la Unicef y del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para conocer las necesidades y actuaciones enfocadas a la infancia nica.
La merienda será, como casi siempre, punto de encuentro y descanso entre los españoles, en la venta del mercadito que resulta ser nuestra “fresquería” favorita. Poco a poco vamos probando todos los zumos posibles de las frutas del país, y los intercambiamos, ya sean estos de avena, cacao, granadina, zanahoria con naranja o tantos otros que existen, teniendo siempre en cuenta que su nombre de acá no se ajusta a lo que nosotros conocemos exactamente en la península.
Al llegar a casa durante el atardecer me encuentro con una fiesta organizada en honor a los pequeños Alan y Rosa. Para cenar pues hoy se hace una excepción: ricos spaguettis.
Volviendo a Albert, debo apreciar que no es igual la convivencia en el extranjero, o incluso antes del viaje, al conocerse, que a la vuelta del mismo cuando todo vuelve a mezclarse con los sentimientos de rutina de cada uno de los miembros del hipotético grupo.
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