CAPÍTULO 30: LAGO ADENTRO
Para saltar al lago existen dos compañías de barcos, la Reina del Sur y la Karen María, que se hacen la competencia. Ambas llenan sus respectivos espacios de gente y de comida. En toda la isla que visitaremos pueden vivir unas treinta mil personas. Le llaman “Oasis de paz”. Una vez llegados el paisaje me recuerda a la Jamaica televisiva que cuento en mi haber: colores, abajo y arriba, majestuosos e intensos, como la naturaleza misma, exuberante; puesta de sol con los pescadores recogiendo sus artes; peces en manos de los compradores; insectos, sapos enormes, pelícanos, buitres revoloteando, lagartijas de todos los tamaños, chocoyos de colores, pericos…
Para llegar a Moyogalpa debemos tomar “El Busito” que circula por múltiples carreteras sin asfaltar. Al llegar a nuestro pueblo lo primero que atisbamos es la capilla tradicional y su cementerio, el parquecito ante la iglesia colonial tampoco falta, así como algunas estatuas de los héroes convencionales.
Los hoteles que encontramos se llaman El Central y El Castillo, en honor de su fundador el Señor Ramón Castillo, lo que se dice un “pozo de sabiduría”, que lleva treinta y ocho años en la isla. Nos alojamos pues en este último donde recientemente ha pasado unos días el español Joaquín Arozamena, así como suelen visitarlo alemanes, holandeses, estadounidenses, franceses, muchos españoles, pero también visitantes de países como Israel, Sudáfrica, Australia, Japón y Chile. Separación por sexos: las chicas juntas en la habitación número seis, y los chicos en la habitación tres.
Llegamos en el día que en el pueblo vecino de San Diego de Halcalá se celebran las Fiestas Patronales de la Virgen de la Altagracia. Acabamos el día visitando la comunidad de Pul, dónde se trabaja, y se vende una artesanía que representa los símbolos habituales del chamán de la zona.
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